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Dicen que la amistad es un lazo extremadamente difícil de romper, pero que de vez en cuando la pequeña cuerda que une a esas personas entre sí repentinamente se parte. Contigo ha sido todo lo contrario. A pesar de que vivas a más de 2550 kilómetros de distancia, a pesar de que pasen meses sin vernos, a pesar de que tenga que pagar una carísima factura para hablar contigo, a pesar de todo eso, nuestra amistad se intensifica. Crece día a día, semana tras semana, mes a mes, año tras año, desde el mismo momento en el que nos conocimos, hace ya 16 años justos. Pienso en lo lejos que estas, en todo lo que me he perdido, en todo lo que he olvidado y se me parte el alma. Lloré días sin parar por tu marcha, no tanto por el hecho de que me quedaba sola si no por el terrorífico dolor que sentí al verte ir y llevarte contigo una parte de mí.
Ahora me viene a la mente esa imagen del día de nuestro reencuentro. Recuerdo ver el pelo de Charly bajar por las escaleras y unos preciosos ojos verdes mirarme desde arriba. Fue en la casa de la amiga de tu madre, un nombre que como ves, he olvidado. Pero ese instante no se me borrará en la vida. Esa vez, lloré de alegría. Vuelvo a la realidad, dejando atrás ese montón de felices recuerdos que inundan mi mente pero con una sonrisa pintada en los labios. Porque tengo la plena seguridad de que nuestro lazo es tan transparente como el cristal y tan irrompible como el diamante. E igual de valioso.
Te quiero lo inimaginable mi preciosa hermana. Feliz cumpleaños.